La música y el cerebro
Tocar un instrumento es principalmente una actividad lúdica y recreativa, además de que permite desarrollar el cerebro de manera única a cualquier edad.
La música presenta enormes beneficios para el ser humano, principalmente anímicos. Pero más allá de escuchar música y tocar un instrumento, produce un efecto positivo en el cerebro que puede durar toda la vida.
El ejercicio intelectual que implica aprender música es enorme: se necesitan habilidades motrices para tocar un instrumento, lingüísticas para interpretar el lenguaje musical y las líricas de canciones, y una buena cantidad de inteligencia lógico-matemática para visualizar patrones rítmicos o para saber de intervalos.
Aprender música potencia de forma directa las habilidades requeridas para muchas áreas del aprendizaje, además de motivarlas de una forma lúdica y motivante, ya que la utilización de un instrumento exige control y coordinación de los movimientos corporales.
La práctica musical también afecta positivamente la inhibición de los impulsos agresivos. El ejercicio continuo mental que implica aprender algo nuevo hace que se produzcan nuevas conexiones neuronales, y como resultado disminuye el riesgo de enfermedades como Alzheimer o demencia senil.