Paul McCartney repasa el soundtrack de la vida
ARTURO GONZÁLEZ ORTEGA Y SIERRA
Lo que ya es una extensa gira mundial que inició desde el año pasado, Sir Paul, (como le grita con cariño la gente respetando su envestidura), se presenta con una selección de canciones que mezcla su pasado con su grupo más emblemático, The Beatles, de su banda Wings y su carrera solista con su producción discográfica más reciente, que salió en el 2013 con el nombre de New.
Me cuesta trabajo pensar en alguien más, que después de separarse de sus compañeros con los que inició su carrera musical hace 60 años, continúe trabajando y con la capacidad de convocar a todo un estadio para escucharlo. Y esto lo logra porque sigue componiendo, sigue sacando discos nuevos que si bien, no son las canciones más coreadas, sí son significativas por el hecho de que en el escenario muestra que le gusta tocarlas y causar emociones.
Una hora y veinte minutos antes de empezar, se presenta un DJ que arma un set de canciones de McCartney de diferentes épocas de su carrera, iniciando por supuesto con The Back Seat Of My Car, por incluir la frase “We can make it to Mexico City, sittin’ in the backseat of my car”, seguida de Blackbird y una lista de grandes éxitos que incluyen composiciones de su compañero John, como Come Together y Revolution y muchas más canciones que por sí solas representan grandes éxitos y de nuevo, no puedo pensar en alguien más, que antes de iniciar su concierto, tenga la posibilidad de instalar a un DJ que ponga canciones icónicas, sin preocuparle lo que tendría que tocar en vivo, porque simplemente, tiene muchas más canciones emblemáticas.
Al terminar el DJ, inicia una proyección en las dos pantallas laterales, la imagen de una lata de refresco, que al girar, hace un collage de recuerdos de la infancia y la época con The Beatles, un recuento que se antoja un poco disperso por incluir imágenes de los presidentes norteamericanos Jimmy Carter y 3 veces fotos de Kennedy, sin dar más realce a otros eventos de la historia de los años 1960’s, e incluyendo apenas un par de fotos de su único ex compañero vivo: Ringo.
El concierto se dividió en las diferentes secciones que corresponden al instrumento que Paul toca, la primea parte, son cinco canciones tocando el bajo empezando con A Hard Day’s Night y después Save Us (de su nuevo disco) y otras canciones clásicas. Segunda parte, toma la guitarra eléctrica e inicia poderosamente con Let Me Roll It y después de un buen solo, I’ve Got A Feelin, a la que también agrega un solo con frases del coro.
Sube a su piano de cola y comienza con My Valentine, mencionando que está dedicada a su esposa. Anuncia una canción para sus “bigger fans” y sin ser un clásico Beatle, consigue una buena respuesta de la gente. Pasa a la guitarra acústica. Con una selección en la que destaca una canción dedicada a George Martin y que aclara, es la primera vez que la toca en México: Love Me Do.
Es posible decir, que el espectáculo de luces, de imágenes proyectadas sobre todo en la pantalla central, superior al escenario, era muy pobre, imágenes no muy vistosas o en la sección musical acústica, todo el tiempo era la imagen de un techo de una casa rústica. Es posible pensar que la carrera musical de este hombre, está llena de iconografías musicales maravillosas, que si bien no le pareció necesario usar, sí pudieron utilizar algo más significativo que una flor en Blackbird, o la imagen inmóvil del planeta Tierra. Durante la ejecución precisamente de ésta y Here Today, canción que dedicó a su “carnal” John, de manera solitaria, un pequeño escenario lo elevó, dando más emotividad a su ejecución.
Pero pensar en ese punto de no traer más espectáculo, hizo destacar su enorme capacidad de apoderarse del escenario, cambiar de instrumentos, mover sentimientos con las intenciones de las diferentes canciones, tener completamente sometido a un público que ya estaba rendido ante él, creo, incluso, antes de que saliera al escenario. Cada grito que pedía que repitiéramos, lo hacíamos sin dudar, cada vez que empezaba hablar, se hacia el silencio para escuchar… Tuvo la buena intención de demostrar que le importaba estar en México, tenía su acordeón (telepronter) con lo que debía decir en español… le costaba trabajo, pero se volvió parte del momento; nos quiso decir que nos iba a regresar en el “tempo”, corrigiendo “en el tiempo”, nos quiso decir también que ese día íbamos a celebrar nuestro cumpleaños, que esa noche, era nuestro cumpleaños y por querer decir, felicidades, nos dijo “feliz navidad”. Y aunque decir “rola”, le costó trabajo, fue todo un esfuerzo por comunicarse y fue muy aplaudido.
Los grandes momentos espectaculares sí fueron para Live And Let Die y la recuperada Helter Skelter. Luces, fuego y explosiones que no sé cómo soporta en el escenario, porque a la enorme distancia, lastiman el oído, aunque al final sí se tapa las orejas.
Momentos impresionantes como Eleanor Rigby con guitarra acústica, emocionales con Let It Be, fantásticos con Being For The Benefit of Mr. Kite! y A Day In The Life ligada a Give Peace a Chance.
El control total de la audiencia lo tuvo con Obladi Oblada y Hey Jude, y su piano corto cuyo frente colorido resultó ser una pantalla. Nos llevó por sus nuevos caminos con Queenie Eye y New, nos presentó “su canción más juvenil” Four Five Seconds que se escucha mejor sin los cantantes con quienes la grabó (Rihanna y Kanye West). Nos divierte tomando un ukulele y nos aclara que se trata efectivamente de un ukulele para interpretar una versión movida de Something, la cual pasa a una segunda parte con toda la banda, respetando esa suave intención de la composición y al terminar, da las gracias, pero regresa al micrófono y da las gracias a George por componer tan hermosa canción (hay una entrevista de los años 1970’s, en la que Paul explica que él y John estaban completamente acostumbrados a que siempre el primer sencillo de cualquier disco fuera una canción de ellos, pero cuando escucharon Something, no pudieron decir nada y fue el primer sencillo del álbum Abbey Road).
Anunció que iban a tocar “la canción que le compusimos a los Rolling Stones”, ejecutando una enérgica versión de I Wanna Be Your Man, que efectivamente en un cuarto de hotel y a petición, en menos de 15 minutos compusieron Paul y John, cerca de unos asombrados Richards y Jagger, hace más de cincuenta años.
Una noche con grandes canciones como Sgt, Pepper, Maybe I’m Amazed, We Can Work It Out y más.
Para el primer encore, regresa acompañado de su “gran banda”, portando él la bandera de México, y los demás músicos banderas de Inglaterra, Estados Unidos y una distintiva del movimiento lésbico-gay. Invita a tres jovencitas mexicanas y una colombiana al escenario, a quienes, como si se tratara de fiesta infantil les pregunta su nombre y si quieren bailar. Después hace la invitación general a bailar precisamente con la idea de que es nuestra fiesta de cumpleaños: Birthday.
Debo decir que en los últimos años, he notado que el público mexicano ya no tiene el entusiasmo por pedir más canciones, no sé si ya conocemos el truco de que si no encienden las luces, es porque va a seguir, o porque algo ya no encaja, poderosos momentos en los que el estadio se iluminó con las lámparas de los celulares, impresionante ver eso, pero los gritos carecían a ratos de tanta fuerza, que en el segundo encore, Paul regresó a tocar Yesterday, de una forma elegante y soberbia, dio unos pasos a su asistente que le entrega las guitarras y Paul hizo la broma de no recibirle la guitarra, señalando que ya no más canciones y fue el asistente que por medio de señas nos preguntó que si una más y fue hasta la tercera vez que preguntó que los gritos fueron más entusiastas… y hasta que Paul preguntó “¿quieren más?”, hubo una reacción poderosa.
El final, Golden Slumbers, Carry That Weight y The End, justo para terminar a la medianoche. Es muy probable que la ejecución, el orden de las canciones y sus efectos en la gente, ya sean una rutina para este músico, sin embargo, se muestra agradecido, sus gestos y sus bromas muestran que está contento, que disfruta lo que hace y lo que hizo: respeta su pasado ejecutando con la gran facilidad que le ha permitido tocar estas canciones por años, pero tratando de ubicarlas en el momento, con su esfuerzo por hablar español. Sabe que en otros países, la gente reaccionará igual, pero al presentar cada canción, nos está demostrando que sabe en qué país está y sabe lo que necesitamos escuchar.
Aproximadamente 46 canciones, de las cuales, muchas me hicieron recordar los días en los que, joven, me sentaba junto al tocadiscos, a escuchar los acetatos que mi papá tenía: fascinado por la energía de las guitarras, impresionado por las instrumentaciones, identificado con las letras… quiero que me comprendan: pongan la imagen de un joven, sentado, poniendo la aguja sobre el disco, en el espacio físico que identificábamos como un silencio entre canción y canción, comenzando el ruido llamado scratch para dar paso a cualquier canción de The Beatles, mientras en las manos manipula la portada o la hoja con las letras. La nostalgia, creo, más que nunca vende. Y esta noche, ver en vivo a un señor que participó en la historia de la música, tocando las canciones que fueron parte de mi historia, dio paso obligado a unas cuantas lágrimas.
“And in the end, the love you take, its equal to the love you make”.