Al bajista con cariño
El bajo es uno de los instrumentos menos valorados. Paul McCartney cuenta que no tuvo más remedio que hacerse bajista porque sus compañeros desdeñaron el instrumento de cuatro cuerdas —también hay de cinco—. En la red abundan memes que se burlan de ellos: “A los bajistas les hicieron falta dos cuerdas para ser hombres”, y cosas por el estilo. Parece que el bajo está maldito: rara vez se escucha y nadie sabe para qué sirve. En realidad cumple dos funciones básicas y fundamentales en una canción: provee la base rítmica y la base armónica. Es como un mapa de ruta, una brújula para que los demás instrumentos no se extravíen.
El carácter del bajista promedio no atrae demasiado al público. La introspección es su estado natural. Frente a la guitarra virtuosa que atrae todas las miradas, la potencia de la batería y la actitud combativa y móvil del cantante, el bajista se conforma con su rincón, a medio paso entre el fondo oscuro del escenario y las luces ambientales. John Paul Jones, John Deacon o John Entwistle, además de llamarse igual, formaron parte de tres grandes bandas —Led Zeppelin, Queen y The Who, respectivamente—, y hay quienes nunca han oído hablar de ellos porque Robert Plant, Freddie Mercury o Pete Townshend se robaban el show.
El asunto se complica cuando una mujer le entra al mundo machista del rock y, para colmo, lo hace con un bass bajo el brazo. Kim Gordon, recientemente estuvo en la Ciudad de México, fue la bajista de Sonic Youth. En su biografía La chica del grupo (Contra), cuenta sus peripecias en el grupo, apuntando ya desde el título que las mujeres lucharon para no ser señaladas, precisamente, como “chicas” en una banda, sino como músicos a la par de los hombres.
Gracias a los más de diez mil temas que afirma haber grabado, Carol Kaye es una de las bajistas que abrieron camino. Formó parte de The Wrecking Crew, grupo de músicos de sesión que grabó buena parte de los éxitos musicales de los sesenta. Carol tocó el bajo en Good Vibrations, Wouldn’t It Be Nice, God Only Knows, canciones de The Beach Boys, o Light my Fire, de The Doors, entre otras. Ella cuenta su vida en el documental The Wrecking Crew, disponible en Netflix.
De ahora en adelante hay que ponerle más atención a lo(a)s bajistas. Vale la pena.