Cierra exposiciones Museo de Arte Carrillo Gil
El Museo de Arte Carrillo Gil cierra su programa de exposiciones 2017 con la muestra Con ojos puramente plásticos y mirada universal, de Enrique Echeverría, que exhibe por primera vez, la faceta como dibujante del artista pionero del movimiento de la Ruptura.
La exposición fue curada por la galerista y viuda del artista, Ester Echeverría, quien en entrevista con la Secretaría de Cultura detalló que se trata de una muestra que expone la inquietud artística de Enrique Echeverría entre 1941 y 1972.
“El objetivo de la exposición es mostrar el trabajo que no se ha visto, sus iniciales dibujos, su obra temprana y sobre todo la hecha en papel. Se exhibe la inquietud que tuvo de buscar nuevas maneras de expresión dentro del arte, ya que nunca se sintió cómodo con una fórmula, siempre estuvo buscando una manera diferente de decir sus cosas”, explica la curista.
La muestra está integrada por 123 obras entre acuarelas, dibujos (hechos con carboncillo, bolígrafos, grafito y lápices de colores), collages, gouaches, pasteles, óleos, tintas y acetografías (que sobresalen por ser una técnica inventada por él), además de documentos personales, cuadernos de dibujo y la fotografía Retrato de Enrique Echeverría de Héctor García.
Las piezas se exhiben en cinco etapas: Los años formativos (1943-1954) que abarcan desde su ingreso al taller de Arturo Souto y La Esmeralda, hasta su regreso del primer viaje que hizo a Europa y África becado por el Instituto de Cultura Hispánica; Las búsquedas (1954-1959) que muestra su contacto con la pintura europea y nortamericana, su apertura y asimilación a estilos como el postimpresionismo y cubismo; Los paisajes interiores (1967-1970) en donde plasma su interés por lo abstracto que será, según la opinión de críticos, la fase de mayor consolidación en la trayectoria artística de Echeverría.
Además de Los organigramas o flores imaginarias (1967-1970) etapa en donde plasma la naturaleza, flores, formas de vegetales, piezas que se rigen por el contraste en la composición y abstracciones que reflejaban un pedazo de la realidad que era especial para él y El regreso al origen (1970-1972) producto de su último viaje a España y en donde refleja una constante nostalgia por sus raíces. Se trata de paisajes pintados como en los años de su formación, con un enorme colorido.
Entre las piezas que el público encontrará destacan: Soldador (1958), El columnista periodiquero (1960), El flautista (1962), Pío Baroja (1952), Reminiscencia de paisaje (1962), Tashana, (1970) y Eurídice (1970).