El folclor de la Central de Abasto
Por: Sol Trujillo
¡Sí! Aunque no lo creas. Es el paraíso, lo mismo si te gusta comer o si disfrutas hacerla de chef de vez en cuando, porque encuentras frutas y verduras que posiblemente ni sabías que existían. Un ejemplo. ¿Te acuerdas del famoso noni tahitiano que servía para curar miles de enfermedades y que llegó a México hace unos años, a manera de jugo? Pues ahí la encontrarás, pero en su forma natural: un fruto entre verde y blanco, de pulpa oscura, con motas y llena de sus característicos chipotes.
UNA VISITA OBLIGADA
Yo voy cada 15 días y a pesar de que tengo que andar esquivando diableros y que en más de una ocasión me han dado un buen empujón, es una gran experiencia. Normalmente voy en domingo, pero hay semanas en que aprovechando un puente, nos lanzamos el lunes. Está más tranquilo que otros días, pero eso sí, con todos los puestos y locales abiertos.
Y me doy vuelo comprando, no solo porque me encanta la apariencia de los alimentos que ahí venden, sino porque me encanta comer. No puedo dejar de mencionar que el queso Oaxaca que encuentras en las cremerías es lo máximo, perfecto para unas buenas quesadillas caseras. Y ni qué decir del Tulancingo, un panela que no es como el que encuentras en el súper, porque éste sí tiene sabor y consistencia. Muy rico y adecuado para quienes se la viven a dieta o les gusta comer sin tanta grasa.
Por supuesto, ya tengo algunos puestos favoritos, como el que vende las verduras dentro de las naves, específicamente en el enorme pasillo que baja del estacionamiento del techo. Aparte de las mezclas maravillosas de color, me fascina preguntarme a qué sabrán todas y cada una de las verduras que ahí tienen, porque muchas no las he probado, como la col romanesco —una col con protuberancias que recuerdan a los sombreros de las bailarinas tailandesas—, la calabaza italiana, —con un color amarillo hermoso— o las distintas variedades de hongos que cuelgan en cajas transparentes con sus respectivos nombres. No está de más decir que en ese mismo puesto puedes hallar verduras más tradicionales como romeritos, huitlacoche, flor de calabaza, cebollín, pepinillos y, claro, una gran variedad de lechugas que van desde la sangría a la italiana, sin olvidara la popular romanita. Ahí también descubrí que no solo hay germinado de soya o de alfalfa, sino también de amaranto y de cosas que yo ni imaginaba, como el de rábano. Ambos llaman la atención por sus colores, negruzco y rojizo, respectivamente.
También hay locales especializados en una sola fruta o verdura: aguacate, papa, sandía, papaya, ajos. Éste último es fascinante, porque de seguro nunca te has imaginado la variedad y tamaño de ajos que existen. Un ejemplo es el ajo italiano, que parece un chicle de bola, grande y redondo; o el famoso echalote, de sabor intermedio entre la cebolla y el ajo y que es muy utilizado para la cocina francesa. Si resistes el olor vale la pena que te acerques y mires bien. Además,puedes armar tu despensa completa, porque hallarás puestos de chiles secos, granos, carnicerías, pollerías y demás. No quiero dejar de comentar que la arrachera que venden ahí es simplemente deliciosa: suavecita y fresca. En más de una ocasión, nosotros la hemos comprado, junto con chorizo, para unas buenas taquizas en casa.
UNA GRAN HISTORIA
La Central de Abasto ha sido durante 34 años el principal punto de suministro alimenticio de nuestra gran ciudad y, por supuesto, de su área metropolitana. Fue inaugurada por José López Portillo y concebida en la mente del arquitecto Abraham Zabludowsky, hermano del periodista Jacobo Zabludovsky. Como seguramente sabes, está ubicada en Iztapalapa, cerca de dos conocidos centros comerciales de los capitalinos que vivimos en el oriente: Parque Tezontle y Plaza Central.
Una de las cosas que más me impresionan es que en ese lugar se mueva la cantidad de 30 mil toneladas de todo tipo de alimentos y que nosotros, los habitantes de la Ciudad de México, seamos quienes aprovechemos el 80 por ciento de eso. Por cierto, su aniversario se celebra el 22 de noviembre.
Si quieres leer más crónicas, visita: Crónicas de Asfalto.