Editorial: Duarte, entre Gandhi y Cristo
La verdad nos hará libres
Javier Duarte de Ochoa
(casi) parafraseando a Jesús de Nazaret
Una cosa es segura: a Javier Duarte de Ochoa, le encanta citar frases célebres… pero invariablemente las cita mal.
Digo, lo de menos es que el ex gobernador de Veracruz esté preso en el Reclusorio Norte acusado de haberse robado al menos la mitad de su estado. No, lo realmente grave es que el aún regordete político suele dárselas de hombre leído y evidencia que no sabe leer, sino “ler” como diría Aurelio Nuño (otro clásico).
Ayer, cual Mahatma Gandhi, Javier Duarte se declaró en huelga de hambre con una sentida carta enviada a Ciro Gómez Leyva en la que afirma: “Esta decisión la tomo con la finalidad de que se detenga la persecución política y la cacería de brujas que existe en mi contra y en contra de mis colaboradores en el estado de Veracruz”. Hasta ahí, exceptuando la ridícula medida de quien ahora se dice perseguido político y bruja, todo bien.
Pero el señor Duarte, tan afecto a echarle –literalmente- mucha crema a sus tacos, se pulió al rematar la misiva: “la verdad nos hará libres”, queriendo parafrasear al mismísimo Jesús de Nazaret de la misma forma que quiso hacerlo con el escritor español Santiago Montoto cuando dio su primera declaración al ser extraditado a México: “Paciencia, prudencia, verbal CONTINGENCIA, dominio de ciencia, presencia o ausencia, según conveniencia”, dijo en aquella ocasión.
Pues resulta que ni Montoto ni Jesucristo pronunciaron o escribieron esas palabras tal como las dijo Duarte. “Paciencia, prudencia, verbal CONTINENCIA… No demostrar mucha ciencia y presencia o ausencia, según conveniencia”, es la frase célebre del español.
En cuanto a la sentencia del Nazareno, según Juan 8:31-32, “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
O sea que Yisus usó el pronombre personal os para referirse solamente a los judíos –a ustedes-, sin incluirse él mismo, mientras que Duarte usó el pronombre personal nos –nosotros- como participante de esa libertad (que seguramente añora) y que es la promesa cristiana a quienes encuentran la verdad.
Y, la única verdad en esta historia es que a Javier Duarte su huelga de hambre no lo sacará de la cárcel ni le disminuirá su probable condena, tampoco le ganará simpatías en la opinión pública. Le servirá solamente para una cosa: para bajar esos kilitos de más que aún tiene.
ISMAEL FRAUSTO
DIRECTOR EDITORIAL