Editorial: Fracasé como periodista
Expiación para los espiados
Luego de dos décadas de pegarle a la tecla, esta semana he llegado a una conclusión: fracasé como periodista.
Mi trabajo no vale nada, no soy un peligro para alguien o si lo soy, soy un peligro muy chiquito por el cual no hay que preocuparse.
Esto lo descubrí al revisar mi iPhone y descubrir que no tengo instalado Pegasus, el software de ciberespionaje que, según el New York Times, ha sido utilizado por el gobierno mexicano para espiar a periodistas mexicanos, además de activistas.
¡Oh desilusión! si el periódico estadounidense está en lo cierto, no estoy a la altura de Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola. Bueno, en realidad eso ya lo sabía, pero no deja uno de sentirse discriminado por nuestras autoridades a quienes, al parecer, no les importa mi vida privada y profesional.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, negó que el gobierno mexicano “esté haciendo algún tipo de espionaje o investigación respecto a periodistas, a algún defensor de los derechos humanos o de ONG. Hemos rechazado por supuesto tal reportaje, estamos pidiendo que exista la denuncia pertinente para que la PGR también pueda hacer la investigación al respecto, y ver si hay algún elemento”.
O sea, si se sienten espiados, denuncien a la PGR para que se pueda investigar. Pregunto con absoluta inocencia: ¿es necesario que Aristegui o Loret denuncien para que este gravísimo asunto de intromisión en las vidas de ellos y, en el caso de Carmen, de su hijo sea abordado por las autoridades, las mismas que son acusadas de hacerlo? si el secretario de Gobernación tiene la certeza de que el gobierno mexicano no espía a periodistas y activistas, ¿por qué no demanda al New York Times?
No espero que el señor Osorio Chong me responda porque seguramente no estoy en su base de datos como periodista de alto riesgo, aunque seguramente estoy como cualquier ciudadano mexicano lo está.
Porque, no nos hagamos, este asunto de la intromisión del gobierno en las vidas privadas de la gente no es nuevo y, sabemos, todos estamos sujetos al ojo del Gran Hermano que siempre nos vigila, además de que con nuestra intensa actividad en redes sociales, la verdad es que nos ponemos de tiro al blanco para cualquiera que quiera saber de nosotros.
Mientras llegan las denuncias ante la PGR para que se investigue este asunto y el señor Osorio, o quien corresponda, se decide a demandar al New York Times (demandar escribí, no emitir un escueto comunicado de prensa), yo sigo buscando rastros de Pegasus en mi teléfono.
Dicen que es indetectable, así que aún tengo la esperanza de ser espiado y así poder presumir que soy un periodista importante.