Letras y Espacios

Los libros también bailan

Los libros también bailan
  • Publishedmayo 28, 2017

Aunque se ha reconocido el valor cultural y tradicional de los sonideros como parte importante de las identidades barriales en diferentes puntos de la Ciudad de México, esta manifestación se encuentra hoy en peligro debido a la privatización de los espacios públicos, de acuerdo a las reflexiones vertidas en Pasos sonideros, libro coeditado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) de la Secretaría de Cultura federal y Proyecto Literal.

Jesús Cruzvillegas, promotor cultural y activista de derechos humanos, es el autor de esta propuesta con fotografías de Juan Carlos Ruíz Vargas, compila testimonios en primera persona, más algunas entrevistas breves que abordan los aportes de los sonideros a la historia y tradición popular en la capital del país: el disfrute del espacio público y el desarrollo de otros movimientos culturales emergentes.

Se trata de un trabajo en el que el autor profundiza en el desconocimiento de esta expresión y, en consecuencia, la falta de ejercicio de los derechos culturales entre aquellos individuos o grupos que han contribuido a la creación y forman parte de la identidad cultural urbana.

ESTOS PASOS son un clásico en las tocadas sonideras.

¿QUÉ ES UN SONIDERO?

El término sonidero responde a la creación y ejercicio de una identidad cultural urbana, que tiene que ver no sólo con la cuestión de ser propietario de un sonido o poner música. Un sonidero es un DJ o mezclador que ameniza un evento con su voz y presencia. Este fenómeno no es exclusivo de México, pues alrededor del mundo la gente se expresa en bailes callejeros, en movimientos similares, cada cual con sus diferencias, como los sound system en Jamaica, surgidos en los años cincuenta o la tecno-brega en Brasil, más asociada a la música electrónica, refiere Cruzvillegas.

GUAPACHOSOS DE CORAZÓN

“México tiene su tercera raíz africana principalmente en la música tradicional de las costas, y ha sido plataforma para géneros tropicales a nivel mundial como el mambo y la cumbia; en ese sentido el sonidero ha sido difusor y transmisor de la música de distintas nacionalidades en donde quienes forman parte de este movimiento la asumen como propia de su cultura y del imaginario social, cultural, político y económico. El hecho de adoptar y adaptar estos ritmos, el darles difusión y cabida dentro de un imaginario social, eso es una responsabilidad directa del movimiento sonidero”, sostiene el autor.

Una de las primeras definiciones del sonidero se gestó entre las décadas de 1970 y 1980, pues comenzó a diferenciarse de las agrupaciones o personas que tocaban música disco o high energy. “El sonidero toca música tropical, principalmente cumbia y salsa; de ahí se creó la distinción entre un sonidero y una disco-móvil, esta última funcionaba, más que nada, como la simulación de una discoteque en la calle”.

El autor refiere que entre las características que debe cumplir un sonidero destaca el presentarse en representación de un barrio, pues crea una cuestión de territorio, y agrega que un elemento fundamental para definir la cultura sonidera es marcar la diferencia entre aquellos que ponen música en un salón, un espacio privado, en oposición al sonidero que está asociado inherentemente con el espacio público. “Éstos comenzaron dentro de las vecindades, es decir, dentro de un espacio común, y terminaron por trasladarse a la calle, que es el espacio público por excelencia”.

Comenta que hay barrios y delegaciones en la Ciudad de México en donde, sin autorización del gobierno local, no puede realizarse un baile de este tipo. “Sin bailes los sonideros dejarán de existir como tales. Se extinguirá una tradición valiosa que se remonta a la década de 1950 en barrios como Tepito, Lagunilla y el Peñón de los Baños, e incluso otros barrios que históricamente no se consideran sonideros, como es el caso de La Candelaria en Coyoacán, o en otras ciudades como Puebla, Guadalajara y Monterrey, que cuentan con su propia tradición e historia.

EN MUCHAS colonias persiste la tradición de los sonideros.

Al escuchar la música en un baile sonidero – explica Cruzvillegas – uno nota que el sonido y los tiempos se modifican, el volumen se reduce y aumenta constantemente, haciendo las canciones más largas o cortas a voluntad del DJ, quien las transforma según las circunstancias. “Muchas de las canciones popularizadas por los sonideros en las décadas de 1970 y 1980 no se conocen en su forma original, sino en su versión sonidera. Para bien o para mal, ésta es una de las aportaciones de la cultura sonidera.

“Hay distintas opiniones al respecto: hay a quien no le agrada, pero hay gente a la que esta manera de escuchar música le recuerda su vecindad, su colonia, su niñez. Esto ha hecho que el movimiento sonidero triunfe en países como Estados Unidos, pues los migrantes latinos los contratan para recodar y, de alguna manera, traer un poco de su ciudad de origen a sus lugares de migración”.

Libro: Pasos Sonideros
Autor: Jesús Cruzvillegas
Editorial: Secretaría de Cultura / Proyecto Literal
Año: 2016

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Red Capital