Trappist-1 a la vista
La NASA anunció con bombo y platillo el descubrimiento de un sistema solar con siete planetas del tamaño de la Tierra. Estos giran alrededor de Trappist-1, una estrella enana roja, el equivalente a nuestro Sol.
El siguiente paso será determinar si hay vida en alguno de ellos. Puede ser que sí. Los científicos nos lo dirán pronto. La búsqueda de planetas parecidos al nuestro tiene dos objetivos: 1) demostrar que no estamos solos en el universo, y 2) encontrar una salida de emergencia para cuando la Tierra sea inhabitable, escenario no muy lejano.
El problema es que los cuarenta años luz que nos separan de Trappist-1 son una barrera infranqueable. En Yahoo Answers alguien dice que para recorrer veinte años luz se necesitan unos 369 mil años, viajando a 16,26km/s, la máxima velocidad alcanzada por una nave espacial no tripulada (New Horizons).
De la variada colección de naves espaciales que la ciencia ficción ha construido, quizá el Corazón de oro sea la más apropiada para hacer un viaje de esta magnitud gracias a su capacidad de desplazamiento instantáneo. La nave aparece en Guía del autoestopista galáctico (The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy), primer libro de la saga de Douglas Adams, escrito en 1979.
La historia comienza cuando Arthur Dent se entera de que su casa será demolida para construir una autopista. Cuando las máquinas están a punto de derrumbar su hogar, la tierra es destruida para dar paso a una carretera galáctica. Toda la saga es muy divertida gracias a ese corrosivo humor inglés.
Si los científicos descubren la manera de viajar a la velocidad de la luz para llegar hasta Trappist-1, habrá que contar con hombres y mujeres de coraje y valor para embarcarse en una travesía de pronóstico reservado.
¿Cuál es la naturaleza de estas personas dispuestas arriesgar la vida? Tom Wolfe lo describió en Lo que hay que tener, una larga crónica periodística sobre los primeros astronautas en los inicios de la era espacial.
Si con trabajos me subo a un avión, mucho menos abordaré una nave espacial con rumbo a lo desconocido. Cuando se desate el Armagedón, si aún estoy vivo, me quedaré en casa para verlo en vivo y en directo.